La fotografía de retrato es la modalidad
fotográfica que se encarga de capturar la esencia de una persona ya sea
destacando la mirada, la pose o sus cualidades físicas en general y transmitir
su estado de ánimo u otro tipo de sensaciones. También se utiliza para
contextualizar a alguien en un escenario concreto o explicar un suceso a través
de las personas a las que afecta.
Aunque normalmente relacionamos la
fotografía de retrato a una foto de la cara en primer plano, esta modalidad
también recoge fotografías de cuerpo entero o incluso con el modelo o la modelo
de espaldas a la cámara.
La
exposición correcta
Si encontrar la exposición correcta es ya
de por sí importante en cualquier tipo de fotografía (siempre que tus fines
creativos necesiten una “exposición correcta”), en fotografía de retrato cobra
especial importancia medir bien la luz que hay disponible.
En un retrato cerrado en el que la cara
ocupa casi por completo el encuadre, la textura de la piel es una de las
protagonistas principales y si exponemos más tiempo de lo necesario la piel
saldrá sobreexpuesta, destrozando la textura de la frente, pómulos, labios,
etc.
Estas zonas suelen ser propensas a
“quemarse” por lo que es aconsejable vigilar la luz para no llevarnos una
desagradable sorpresa a la hora de editar la fotografía
Intenta medir la exposición sobre las zonas
donde la luz se refleje directamente, en las luces más altas y guíate por el
histograma de tu cámara, así te asegurarás de que tanto las zonas claras como
las más oscuras tienen información y no se han dañado por una mala exposición.
Retratos
en exteriores
Es importante cuando hagas retratos en
exteriores elegir bien la hora del día o llevar material para “suavizar” la
luz. Los mejores momentos para hacer retratos en exterior son los cercanos a la
puesta y salida del sol, cuando la luz es mucho más suave que en otras horas
intermedias del día.
Recuerda que si la luz es muy dura corres
el riesgo de perder detalle en las texturas, las sombras aparecerán muy
exageradas (sobretodo en la zona de los ojos) dando lugar a una imagen con
fuertes contrastes, por no hablar de la cara de nuestro modelo intentando salir
bien, sin gafas y con un sol espléndido.
La apertura de diafragma
Elegir una apertura mayor o menor en
nuestros retratos, tendrá un efecto directo sobre el mensaje que quieras
transmitir o la sensación que desprenderá la imagen
Una apertura cerrada como podría ser un
f/22, nos dará una profundidad de campo mayor y tanto la cara como el fondo
aparecerán enfocados (dependiendo siempre de la hiperfocal).
Si por el contrario prefieres aislar al
sujeto del fondo, una apertura de diafragma más abierta como un f/2.8 o f/5.6
conseguirá que el sujeto destaque frente al fondo.
Hay que tener mucho cuidado a la hora de
utilizar aperturas muy abiertas, todos hemos soñado con un 50mm 1.4 para este
tipo de fotografías, pero la profundidad de campo cuando usamos esas aperturas
es muy reducida y si no prestamos atención, zonas como las orejas o el pelo
pueden quedar desenfocadas y tal vez no sea el resultado que buscamos.
Velocidad
de obturación y nitidez
La velocidad de obturación que elijas
también influirá en la nitidez de la imagen final por lo que si ajustas una
velocidad muy lenta puede que el modelo se mueva o haya alguna vibración,
perdiendo la textura o la mirada nítida que buscamos en la fotografía de
retratos.
Un buen punto de partida es ajustar una
velocidad de obturación que sea el doble de la distancia focal que estás
utilizando, es decir, si usas un objetivo 50mm, ajusta una velocidad de 1/100,
si es un objetivo 100mm configura una velocidad de 1/200. A partir de ahí haz
pruebas y amplia los resultados en la pantalla LCD de la cámara para asegurarte
de que lo importante aparece enfocado.




Que lindas fotos
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